Reforzar el posicionamiento innovador de Fuego Camina Conmigo.

Regalar un jamón forma parte de la tradición navideña. Por un lado, no queríamos romperla, aunque por el otro no era algo suficientemente disruptivo para una agencia como Fuego Camina Conmigo. Pronto caímos en que durante los últimos meses, algo había estado en boca de todos los amantes de la innovación: los NFTs. Incluso el Diccionario Collins la había escogido como palabra del año. Entonces se nos ocurrió: ¿y si hacíamos el primer Jamón NFT?

Un regalo extraordinario o una tomadura de pelo, según cómo se mire, porque todavía no estaba muy claro si estas cripto-obras por las que se estaban pagando millonadas iban a ser la siguiente gran cosa o el siguiente gran bluf. Así que, para que ningún cliente se enfadara, les planteamos dos opciones: podían quedarse el activo digital y esperar tener suerte o cambiarlo por uno de carne y hueso, rico y suculento. Jamón para hoy o cripto-arte para mañana. El debate en la sobremesa estaba más que servido.

Enviamos una caja de jamón a cada uno de nuestros clientes, aunque, por el peso del paquete, pronto quedaba claro que dentro no había pernil. En su lugar, encontraron una nota en la que se les planteaba el dilema y dos QRs: uno redirigía a la página para reclamar el jamón virtual y el otro, a la landing del físico.

En paralelo, quisimos llevar la conversación más allá de nuestra red de clientes y lanzamos un sorteo entre nuestros seguidores, a los que preguntamos con cuál se quedarían: el físico o el virtual. Entre los comentarios, diversidad de opiniones. Como entre nuestros clientes, que, aunque en su mayoría eligieron el jamón de toda la vida, un sorprendente 30% se quedó con el NFT.

¿El futuro es de los que arriesgan? Solo el tiempo y la blockchain proveerán.