Con motivo del 30 aniversario de Jumpers, había que hacer algo muy especial para celebrarlo. Teníamos el objetivo de crear una campaña que nos permitiese generar notoriedad y diferenciar a Jumpers en la categoría. Una campaña que volviese a conectar con el target y capitalizar el posicionamiento de autenticidad “A lo Jumpers” que tanto caracteriza a la marca.

Un aniversario de Jumpers no podía ser como el de cualquier otra marca. Teníamos que hacerlo “A lo Jumpers” y eso significa romper con lo establecido, un poco de trolleo, a la vez que sacamos pecho de lo que somos.
Huyendo de la clásica campaña, recuperamos nuestra esencia, el origen de todo y nuestro rasgo más identitario: nuestra forma fallida de rana. Un rasgo sobre el que construimos nuestra personalidad y que nos sirvió, una vez más, como punto de partida.

Así creamos nuestra distopía. Una narrativa ficticia en la que un viajero del tiempo volvió al pasado con el propósito de compartir con los fabricantes de Jumpers la tecnología necesaria para lograr la forma de rana perfecta. Un viaje con consecuencias imprevisibles, donde la historia y el presente de la marca se alteraron por completo.

Jumpers se acabó convirtiendo en algo muy distinto a lo que es en realidad. Las ranas perfectas nos transformaron en una marca pija-delicatessen, con mucho postureo y un tono de comunicación pretencioso. Anuncios con famosos, fiestas privadas, un producto con un precio astronómico (nada más y nada menos que 5.000 euros), bolsas llenas de aire y campañas con propósitos absurdos.

Dividimos esta distopía en tres grandes momentos.
Un primer momento donde lanzamos una pieza teaser con un viaje al pasado que lo desencadenó todo. Una pieza que compartimos en Instagram, TikTok, Twitter y Youtube. Y, paralelamente ocultamos y archivamos todos contenidos anteriores de la marca, para sustituirlos por unos contenidos y un posicionamiento muy diferente: una marca gourmet con forma de rana perfecta.

En una segunda fase, celebramos nuestro aniversario por todo lo alto. Con un trailer de un documental que narraba los 30 años de la historia distópica de Jumpers. Un tráiler con una fiesta elitista y un equipo que abanderaba el nuevo espíritu de la marca: una Directora Creativa histriónica, un CFO muy snob, un Sharing Manager muy peculiar y una conductora y periodista enamorada de la marca.

A partir del trailer lanzamos de forma serializada tres cápsulas en los mismos canales. Una cápsula genérica centrada en las ranas perfectas y un precio al alcance de muy pocos. Cápsula que iba acompañada de la venta real de la bolsa por 5.000 euros y que se podía adquirir a través de una landing que creamos para la ocasión.

Después, lanzamos una nueva cápsula centrada en un ingrediente muy especial: el aire. Y una última cápsula abanderando causas sociales absurdas como “Stop Feos” donde sacamos de la indigencia estilística a todo el mundo y que acompañamos con el sorteo del nuevo polo Jumpers (la antítesis de nuestro reconocido Jumper de Jumpers).

Durante el transcurso de la campaña, nuestra comunidad hizo su magia. Un usuario compró la bolsa y se la llevamos con toda la elegancia posible de la mano del mismísimo Sharing Manager. Nos rompieron la marquesina y nos robaron la bolsa real de 5.000 euros que estaba en su interior. Algo que aprovechamos para hacernos eco y comunicarlo de forma orgánica. Y, además, ante la alta demanda del producto, lo sorteamos con nuestra comunidad. Piezas extra de la campaña que conectaron mucho con la audiencia y nos ayudaron a crear el nuevo imaginario -falso- de la marca.

Y por último, como colofón final, lanzamos una pieza de cierre. Un regreso al pasado para solucionarlo todo y terminar con esta distopía. Un viaje para volver a ser ranas fallidas con una moraleja muy clara: mejor ser uno mismo que acabar siendo rana. La reivindicación final para celebrar 30 años haciendo snacks, pero a nuestra manera.