En poco más de un año, Olistic había conseguido tener la relevancia que pocas startups consiguen gracias a una estrategia de influencia. Y aún tenía margen para crecer más. Pero, para eso, hacía falta dar un salto: primero, pasando de trabajar desde la consideración y las activaciones de ventas con influencers a construir marca y disponibilidad mental y, segundo, posicionándose más allá de la caída capilar para convertirse en un producto universal y un hábito diario.

Quien más y quién menos, todos nos cuidamos el pelo. Especialmente las mujeres, que están más sometidas a la presión estética, se realizan tratamientos más dañinos y sufren más las variaciones estacionales, el estrés y los cambios hormonales. Para comprobar cómo hacían frente a esos problemas, realizamos entrevistas a potenciales consumidoras. Vimos que tenían dos opciones: usar productos tópicos, convenientes pero poco eficaces, o realizarse tratamientos clínicos, más costosos. La falta de resultados, por un lado, o el esfuerzo económico, por el otro, conducían al mismo punto: una insatisfacción constante que deriva en que las mujeres tengan una relación complicada con su pelo. Nunca acaban de verlo bien, nunca están del todo a gusto.

Olistic, que había formulado un nutracéutico que actúa desde dentro y que es asequible, tenía una oportunidad para convertirse en el referente de la salud del cabello. Podía ser la marca que ayuda a las mujeres a mejorar esa relación.

Además, la honestidad con la que las mujeres nos hablaban de sus problemas, nos inspiró para activar un tono que rompía códigos. No íbamos a ser como los productos farmacéuticos, racionales y fríos, ni como los de belleza, superficiales. Nosotros iríamos de frente, hablando claro y con rigurosidad, pero abordando el tema desde las emociones que despierta. Un tono que hacía a la marca aún más distintiva.

La campaña partía con un manifiesto en el que varias mujeres nos presentaban, de manera transparente, la relación con su pelo. Con un montaje fresco, veíamos las idas y vueltas, los tiras y aflojas entre ellas y su cabello. Para lograr que el mensaje llegara y asegurar la conexión emocional, la pieza se difundió en medios de alta atención, como televisión y Youtube.

Esa pieza nos daría un pico de notoriedad, así que era un buen momento para aprovechar e incrementar la consideración a través de piezas más cortas, directas y con mensajes racionales adaptados a las diferentes problemáticas con el pelo. En este caso, las cápsulas se difundieron a través de medios online, segmentando a los diferentes perfiles de consumidoras.